Y perdónanos
nuestros pecados, así como hemos perdonado a los que pecan contra
nosotros.
Mateo 6:12 (NTV)
En
la vida nos encontramos con situaciones que de una forma u otra causan heridas
en nuestro corazón, algunas graves otras no tanto, pero al final son heridas
que marcan nuestras vidas para bien o para mal.
Conocemos
un dicho muy popular que dice el tiempo cura todas las heridas pero, ¿será cierto
esto?
Esta
incógnita surge porque a medida que la vida va pasando, vamos madurando,
creciendo y cambiando nuestra forma de pensar y de ver la vida, vamos entendiendo
las cosas desde diferentes puntos de vista y hasta reaccionamos de diferentes
maneras en las diversas circunstancias y situaciones a las que nos enfrentamos
a diario.
Pero ¿qué pasa con aquellas cosas que son difíciles de supera, aquellas palabras o actos que nos han herido de forma profunda el corazón?, ¿hemos perdonado esas ofensas de ese amado amigo que un día nos dijo algo o nos hizo algo que nos hirió, o aquella separación dolorosa de nuestros padres que hirió tan profundo nuestro corazón a tal punto de que no queremos saber nada de ellos, o aquella situación caótica en la que fuimos humillados, fuimos burlados?, ¿en realidad perdonamos y lo superamos, o todavía duele cuando lo contamos o cuando lo recordamos?.
Pero ¿qué pasa con aquellas cosas que son difíciles de supera, aquellas palabras o actos que nos han herido de forma profunda el corazón?, ¿hemos perdonado esas ofensas de ese amado amigo que un día nos dijo algo o nos hizo algo que nos hirió, o aquella separación dolorosa de nuestros padres que hirió tan profundo nuestro corazón a tal punto de que no queremos saber nada de ellos, o aquella situación caótica en la que fuimos humillados, fuimos burlados?, ¿en realidad perdonamos y lo superamos, o todavía duele cuando lo contamos o cuando lo recordamos?.
Leí
una frase muy significativa que decía: Dicen que el tiempo todo lo sana, pero cuando hablamos
de la falta de perdón, el tiempo todo lo pudre.
Me
hizo pensar y reflexionar un poco en este punto, en que muchas veces creemos
que ya hemos perdonado todo y que hemos superado por completo lo que hemos
pasado pero, resulta que no, no hemos perdonado, no lo hemos superado y se
encuentra dormido en nuestro interior hasta que llega el día donde lo recordamos
tan claro que se siente nueva vez a flor de piel y es ahí donde nos damos
cuenta de que la herida no sano sino más bien que solo fue cubierta con un
parche y necesita ser destapada para sanar.
El
dolor se vuelve más intenso, y cada vez se siente peor, una vez quitamos la
venda de la herida nos damos cuenta que en realidad la herida esta purulenta y
no ha sanado aun y mientras pasa el tiempo el rencor y las raíces de amargura
se van profundizando más en nuestro corazón
hasta llegar al punto que se convierte en odio y dolor, y nos volvemos
amargados, susceptibles, ofensivos y en mucho de los casos hasta groseros y
agresivos, nuestro ego crece, nos alejamos de quienes amamos, hasta nos hace
sentir que no necesitamos de nadie, y las personas les da temor acercarse por
miedo a salir lastimados y por ultimo terminamos solos con nuestra soledad porque
un corazón herido y lastimado solo puede dar dolor y agresión a los demás.
Pero
hay buenas noticias para esto, y es que el Señor Jesucristo vino al mundo a
sanar todo corazón herido y lastimado, en mateos 9:12 el Señor Jesús nos dice
que el no vino a sanar a los sanos, sino a los enfermos; es por ello que si
nuestro corazón esta herido y lastimado solo Él lo puede sanar, pero también tenemos
que poner de nuestra parte y esto es perdonar, porque en mateo 6:14 nos dice
claramente que si perdonamos a los demás sus ofensas y todo lo que nos hagan
mal el Padre celestial también perdonara las nuestras.
El
perdón es una decisión y en el día de hoy debemos tomar esa decisión clara y
firme y si es necesario repetirnos una y otra vez “yo perdono y soy perdonado/a”,
hasta sentirlo en el corazón y así nuestras heridas sanaran por completo. Nos sentiremos
libres de todo dolor y así el Señor podrá llenar nuestro corazón de amor para
dar a otros, si bien es cierto que se ve difícil, pero Todo lo puedo en Cristo
que me da las fuerzas (Filipenses 4:13), al perdonar liberamos nuestro corazón del
pasado y podemos avanzar hacia ese futuro glorioso que nos espera adelante.
Solo
recordemos perdonar es una decisión, el postergarlo solo nos traerá más dolor
y nos pudrirá el corazón. Así que perdonemos ahora y liberemos nuestro corazón del
pasado, por que Dios quiere mostrar su amor a través de nosotros.
by Virjanne Astacio
Dios Te Bendiga Grandemente!!
Comentarios
Publicar un comentario