¿No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios
les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes? Ustedes no son sus
propios dueños,
1 Corintios 6:19 Dios
Habla Hoy (DHH).
En este pasaje bíblico se nos recuerda que el Espíritu Santo vive y mora en
nuestro corazón, y que ya no nos pertenecemos, pues le pertenecemos a Él; pero,
¿Qué pasa cuando descuidamos esa casa donde Él mora que es nuestro interior?
Pongámoslo de esta manera, supongamos que un amigo/a muy querido nos avisa
que nos hará una visita y que se quedara con nosotros unos días, cuando llega
encuentra todo desordenado, pero él/ella, nos ayuda a recoger y a organizar
todo en la casa, pasamos momentos inolvidables junto a esa persona y ya cuando
se acerca la fecha de irse nuestro amigo/a nos da la noticia de que desea
quedarse cerca de nosotros, solo que no ha encontrado donde vivir… ¿Qué es lo
primero que llega a nuestra mente?, que se quede en casa hasta que encuentre un
lugar, ¡¿lógico no?!
Es lo mismo que pasa con el Señor, Él viene a nuestras vidas y nos ayuda a
organizar todo nuestro desorden y si le permitimos se quedará a vivir con
nosotros. Jesús dijo en libro de Apocalipsis 3:20; Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien
oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos.
¡Qué gran honor es saber que el Soberano Rey de Reyes, llama a mi puerta
y quiere cenar conmigo!
Esta cita es una clara invitación a la intimidad con Dios, Él desea
pasar tiempo a solas con cada uno de nosotros, como lo dice en Mateo 6:6; Pero
tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en
secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio.
Pero ¿Qué pasa cuando en vez de atender a nuestro huésped de honor, le
ignoramos y no le damos participación en nuestra vida, cuando llega ese momento
en el que hacemos sentir a nuestro invitado que molesta, que ya está bueno de
que este en nuestra casa y en cierto modo le hacemos sentir que es una carga
para nosotros?
Pasará lo que es evidentemente obvio y lógico, nuestro huésped se ira, y
este huésped tan importante, caballeroso y educado (el Espíritu Santo) lo hará
de manera silenciosa de tal forma que su ausencia es casi imperceptible por lo
tan centrados que estamos en nuestro yo, hasta que no abrimos los ojos y
dejamos de preocuparnos solo por nosotros mismo no notaremos su ausencia, y en el peor de los casos pasa
lo que dice en mateo 12:43-45;
43 »Cuando un espíritu impuro sale de un hombre,
anda por lugares secos buscando descanso; y si no lo encuentra, piensa: 44 “Regresaré
a mi casa, de donde salí.” Cuando regresa, encuentra a ese hombre como una casa
desocupada, barrida y arreglada. 45 Entonces
va y reúne otros siete espíritus peores que él, y todos juntos se meten a vivir
en aquel hombre, que al final queda peor que al principio. Eso mismo le va a
suceder a esta gente malvada.
El espíritu inmundo que tenía nuestra vida hecha un desorden y un caos
vuelve a casa y si la ve bacía va y busca siete espíritus más y vuelven nuestra
vida peor aún de lo que era antes. Es por ello que en este día hay una
invitación abierta de parte del Señor a reconciliarnos con Él y dejar de vivir
a nuestra manera.
Revisemos nuestra vida y veamos, si ya nada es como antes cuando
hablábamos con Él todos los días, si las cosas no están saliendo tan bien como
antes o si nos creemos autosuficientes y ya no necesitamos de los consejos del Señor
para tomar decisiones o si ya no tenemos tiempo para pasarlo con Él o peor aún,
si ya la pasión por Dios se apagó; si tenemos estos y otros síntomas similares,
es tiempo de hacer un chequeo espiritual por que pueda ser que nuestro huésped salió
de casa sin decir nada.
La Biblia dice en Efesios 4:23-24; y renovaos en el espíritu de vuestra
mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la
justicia y santidad de la verdad. Pero para tener esta renovación debemos de
revisar nuestra vida y abandonar todos esos malos hábitos y malas costumbres que
día a día practicamos y así podremos vestirnos del nuevo hombre, o sea, es
quitarnos esas vestiduras de mentira, ira, enojo y todas esas malas costumbres
que vemos y practicamos a diario. No podemos dar lugar al diablo en nuestras
vidas porque esto traerá gran tristeza al Espíritu Santo.
Es por ello que debemos revisar nuestra
vida a fondo y ver si tenemos estos síntomas fuera de lo normal, de ser así, ir corriendo donde el Medico por
excelencia para que nos ayude a recuperar nuestra salud espiritual.
Debemos ir donde nuestro huésped y
mostrarle lo tan importante que es el para nosotros y pedirle que regrese y que
se quede en nuestra vida para siempre.
Hoy es el día, ahora es el momento de
renunciar al viejo hombre y aceptar al nuevo, es el momento de sanar, perdonar, sacar esas raíces
de amargura, sin olvidar el rencor que tanto nos hace daño y darle la
bienvenida al perdón, amor, paz y todos los frutos del espíritu que trae
consigo Cristo cuando decidimos abrir la puerta de nuestro corazón para que Él
pueda entrar y cenar con nosotros.
Si no sabes cómo
hacerlo, solo tienes que entrar en tu aposento y cerrar la puerta y hablar a tu
padre que está en lo secreto y pedirle que devuelva el gozo de su salvación a
tu vida, que renueve tu salud espiritual. ¡Sí, Así de fácil es!, tu renovación espiritual
está a ley de una oración, solo debes tener perseverancia, constancia y sobre
todo mucha fe en que Dios escucho tu oración.
Bendiciones!!
By. Virjanne Astacio.
Comentarios
Publicar un comentario